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miércoles, 18 de mayo de 2011

De Nerea Iñigo : Evitar la rutina: Cosa de dos



A veces, con el paso del tiempo, la relación se convierte en rutina. Como consecuencia el desencanto, y en ocasiones el distanciamiento, se abren paso en la pareja. Para superarlo, es importante reconocer los primeros indicios, cuando aparecen y cómo hacerles frente.


Casi todas las parejas empiezan su relación con amor y grandes esperanzas. Pero el tiempo hace mella en ellas. El encanto de los primeros tiempos se diluye en la rutina del día a día. Piensan que esa persona que prometía ser su mejor amigo para toda la vida, un alma gemela, se ha convertido en alguien con el que se aburren y tienen pocas cosas en común. Se sienten decepcionados con su cónyuge y el matrimonio, y dudan de sus sentimientos.

Algunas de las preocupaciones más habituales de estos hombres y mujeres es pensar que ya no quieren a su pareja. Afirman que se aburren, sienten que han evolucionado mientras el otro se ha quedado atrapado en la monotonía. Su pareja ya no es interesante, excitante, ni sexualmente atractiva.

Cuando la rutina se hace presente
Los primeros indicios surgen cuando, después de haber acostado a los niños, sólo se quiere tener tiempo para sí mismo. Cuando les agrada que su pareja esté de viaje o fuera de la ciudad, cuando a su regreso no se emocionan como antes.

Para otros, existen pruebas de que se han desenamorado ya que se sienten solos y poco valorados. Se preguntan "¿No sería más agradable estar con alguien que no diera mi existencia por sentado, que me encontrara especial o que pensara que soy atractivo?

El peso de los sentimientos
También hay quienes se inquietan porque les atrae otra persona. Este sentimiento, independientemente de que se responda a él o no, en algunas personas suscita serias dudas acerca del amor que sienten por su pareja.

Para muchas, también es problemático cómo se sienten consigo mismas en la relación. Muchas personas afirman: "No me gusto. Me estoy convirtiendo en un refunfuñón. Sé que a menudo hablo con un tono muy desagradable. No me gusta ser así. Me siento vacío. No puedo de mostrar afecto. ¡No siento afecto!"

Momentos críticos
Las parejas pasan por ciclos y en algunos existen más posibilidades que la rutina se apodere de ellos. El inicio de la convivencia, a pesar de ser un periodo de entusiasmo, puede desembocar en monotonía. La pareja descubre los contrastes entre las expectativas y la realidad; este hecho puede llevar al desencuentro y al distanciamiento de la relación.

El nacimiento del primer hijo es otro momento al que se debe prestar especial atención. El ser padres conlleva una pequeña negociación dentro de la pareja donde queden claros las funciones parentales de las conyugales. Si este acuerdo, no se alcanza, sus efectos en la relación no se harán esperar.

Los cambios que implican en la vida familiar la escolarización de los hijos y su marcha del hogar familiar pueden desestabilizar la relación. La dedicación a la pareja debería cobrar mayor protagonismo en estas situaciones.

Adiós a la rutina
Muchos estudios sobre la monotonía de pareja, narran como pueden renacer relaciones moribundas y la facilidad con que las parejas invierten todo el desencanto y problemas que solía envolverles, dando un nuevo sentido a su relación de pareja.

Existen medios al alcance de todos, como la lectura de un buen libro especializado en el tema puede alertar a tiempo y descubrir la felicidad deseada. Se puede acudir a un terapeuta, siempre y cuando los miembros de la pareja, tengan ganas y crean firmemente en un profesional que puede ayudarles a salir del bache en el que se encuentran.


PAUTAS PARA EVITAR LA RUTINA EN LA PAREJA

La vida en pareja no es algo fácil, ya que cada persona es un mundo que traslada sus peculiaridades al ámbito de la relación de pareja. Implica comunicación que se expresa desde la receptividad, la amistad y la caricia, compartir que es darse y mostrarse involucrado.

Todo esto, puede verse invadido por la rutina que hace que los cimientos de la relación comiencen a tambalearse. Es importante seguir unas pautas que eviten que ésta se apodere de la relación:

Dialogar y negociar. El consenso y los acuerdos ante las discrepancias de opiniones, la alternancia en las decisiones es una buena opción: "Este verano eliges tú el destino de vacaciones, el próximo yo." Los diferentes puntos de vista son enriquecedores y dinamizan la relación de pareja.

Compartir la responsabilidad. Jamás hay que esperar a que sea el otro miembro de la pareja el que decida, ya que crea frustración. La responsabilidad de la toma de decisiones debe ser compartida por ambos.

Conservar la ilusión. La sorpresa es un factor determinante para terminar con la rutina. El hecho de organizar una escapada de fin de semana o una cena romántica, sin que el otro lo espere, hace que la relación sea más apasionante.

Hablar claro Terminar con los sobreentendidos, los silencios acusatorios y las suposiciones que generan desconfianza y distanciamiento que debilitan la relación. Una pregunta, un comentario a tiempo que refleje el grado de disconformidad, evita que se dé todo por dicho y hecho.

Romper o disolver los juicios de valor Cuando uno considera que el otro es de un determinado modo se encasilla al otro en un juicio de valor en el que uno ya predispone la actuación del otro. Abrámonos a las sorpresas que el otro pueda introducir en nuestra vida pensando en que nunca dejara de sorprendernos.

Fuente : http://www.isabelsalama.com

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